

Pero echando la vista atrás, hace un año a estas horas estaba todo el país paralizado, con una mezcla de emoción, alegría, ilusión, pero también miedo y la sensación de que no se podía dejar pasar nuestra oportunidad. Era el día que millones de personas habían soñado durante generaciones. Nuestros abuelos, padres y nosotros mismos siempre habíamos soñado con ver levantar ese precioso trofeo que parecía esquivo para nosotros y nuestra tradicional mala suerte. Era un título reservado para brasileños, italianos, alemanes, argentinos...pero parecía que para España no.
Pero hace tres años, en unos cuartos de final precisamente con la entonces campeones del mundo, Italia, todo comenzó a cambiar. España había hecho un campeonato hasta entonces brillante, pero parecía que como siempre en cuartos caeríamos. Pero no, ese es el día que la suerte comenzó a cambiar. Es un pequeño reflejo pero importante en nuestra historia. Ese Campeonato de Europa fue conseguido por los chicos de Luis Aragonés de la forma espectacular (seguramente la mayor demostración que se ha hecho en esa competición en toda su historia) y supuso el comienzo de un camino inmaculado (todo victorias) hasta Sudáfrica. Todos por primera vez nos señalaban como grandes favoritos.
De hecho, no eran pocas las voces que decían que esa presión podría llevarnos a fracasar en el Mundial. Una presión muy grande para un equipo que hasta entonces no había obtenido el título nunca. Llegó el primer día y Suiza nos ganaba de una forma surrealista después de innumerables ocasiones españolas y la sensación de que nuevamente en un Mundial fracasaríamos. Pero no, la suerte y el destino ya había tomado otro camino, el de España y la justicia deportiva con el equipo que mejor juego hace desde hace años. Un equipo brillante, donde el toque y el juego ofensivo prima sobre todos los aspectos. Un gusto por el fútbol control y con una ristra de jugadores de gran calidad. Vicente del Bosque supo coger unos mimbres excelentes y darle su toque personal para darnos mayor seguridad y confianza si cabe en nuestro estilo.


Después de la primera derrota, estábamos con la obligación de vender a Honduras y Chile. Con sufrimiento pero se consiguió. Llegaban la fase final de rondas ya eliminatorias y con una sensación extraña de confianza entre todos los aficionados de que íbamos a hacer algo grande. Primero Portugal, con su mega estrella Ronaldo, en nuestro camino. Durísimo choque pero dominado por nuestro equipo. Villa llegaba para meter el gol que nos metía en unos cuartos de final en los que nos esperaba Paraguay, una de las sorpresas del torneo. Otro durísimo partido que tuvo de todo, un penalti por cada lado no anotado, ocasiones españolas...y de nuevo con mucho sufrimiento a falta de 9 minutos para el final un Villa clave en todo el Mundial nos daba el pase por primera vez a las semifinales.
En las semifinales nos enfrentábamos al gran favorito, una selección alemana que había hecho un juego espectacular y de calidad (no en vano, habían infligido palizas a selecciones como Inglaterra y Argentina). Encima se repetía la final de la Eurocopa de dos años antes. Al igual que entonces, el equipo de Vicente del Bosque ofreció su mejor versión. Un partido que es fiel reflejo de esta selección española que enamora y fascina a todo el mundo. Un partido increíble el juego por España, que pudo haber acabado con goleada de escándalo española. Sin embargo, estábamos abonados al sufrimiento y tuvo que ser un golazo de cabeza lleno de furia de Puyol el que nos diera el pase a la soñada y deseada final. Era real, ¡España iba a jugar la final del Mundial!.


Justo hoy hace un año llegaba ese gran día para el fútbol, el deporte español en general y para un país sumido en graves problemas pero que veía en este título una vía de escape y de alegría. Fue una explosión de orgullo español, sin distinción de ideales, regiones o creencias.
Así llegó la gran final contra una temible Holanda que disputaba su tercera final. Desde le primer momento España salió al campo sin acusar los nervios de su primera final, y salió convencida de ir al ataque, desarbolando a los "orange" que se veían impotentes ante el juego español...hasta que recurrieron a un juego muy violento que nos desquició e hizo que el partido no pudiera transcurrir con normalidad, gracias a la permisividad del arbitro inglés. El partido iba transcurriendo y la tensión era máxima. Toda España viendo la gran final en casas, bares, plazas... pasaban los minutos y seguía el 0-0. Varias ocasiones claras por ambos lados pudieron cambiar el sentido del marcador. Pero nuevamente el destino parecía tener preparado un final que ni el mejor guión. En la prórroga España se daba cuenta que era muy superior en juego, y vivimos los mejores momentos. Numerosas ocasiones españolas, pero unas veces el portero holandés y otras la mala suerte no permitían que se cumplieran.
Se acercaba el final y los temibles penalties...que a toda costa quería evitar nuestra selección. Afortunadamente llegó la jugada que forma parte de nuestras vidas ya...
Y entonces ya pudimos gritar todos ¡España campeona del mundo!. Siempre quedará en el recuerdo ese 11 de julio de 2010, el día en que España se proclamó campeona del mundo de fútbol.